China, el próximo imperio
Un artículo atribuido al periodista brasileño Luciano Pires hace tiempo recorre Internet. El texto, a ratos lúcido y visionario, apunta al “peligro chino” o la economía emergente del gigante asiático como una bomba de tiempo que hará estallar en pedazos el estado de bienestar occidental. Pires enfatiza que China está llamada a convertirse “en la cobra que nos morderá en el futuro”, en el próximo Imperio.
-De un producto del que Brasil fabrica un millón de unidades, una sola fábrica china puede producir 40 millones.
-Los irrisorios salarios percibidos por los chinos constituyen una especie de “esclavitud amarilla” y son los que sustentan la productividad en ese país.
-La gente en China “está tan agradecida de tener un empleo que trabajan horas extras a cambio de nada”.
-Los chinos están aprovechándose de la actitud de las compañías occidentales, “que prefieren tercerizar la producción quedándose sólo con lo que le agrega valor: la marca”.
-En Estados Unidos ya prácticamente todos los productos son “made in China”, aun cuando muestren una marca estadounidense. Las empresas norteamericanas compran a los chinos por centavos para revender por centenares de dólares, lo cual económicamente hablando constituye un arma de doble filo. “Sólo interesa el lucro inmediato a cualquier precio. Aun al costo de cerrar sus fábricas y generar una brutal desocupación”,
-Mientras las grandes potencias mercantiles se quedan con sus marcas, con el diseño, “los chinos se quedan con la producción (…) contribuyendo al desmantelamiento de los escasos parques industriales occidentales”.
-Un presagio terrible: en el futuro próximo veremos “cómo los producto chinos aumentan sus precios produciendo un shock manufacturero similar al shock petrolero de los años 70. Y entonces ya será demasiado tarde”. China aumentará gradualmente sus precios, puesto que será quién dicte las reglas del juego comercial y tendrá el monopolio de la producción.
¿Y el poderío bélico chino?, se pregunta Pires sin responder. Hay que decir que tan pronto como el año pasado, China realizó el primer vuelo de prueba de un avión de combate indetectable para los radares, el J-20, que puede rivalizar con el F-22 Raptor de la empresa estadounidense Lockheed Martin, el único caza invisible de próxima generación que existe operativamente en el mundo.
El creciente gasto militar de China es fuente de preocupación en Occidente y el entorno asiático, comenzando por Japón y Corea del Sur. ¿Será que en verdad estamos en presencia del próximo Imperio?