Cómo desactivar a un seguroso

Estamos rodeados, y no precisamente de agua. No se trata de paranoia, no: A cada paso nos acecha, o desafía, un agente del G2. Directo o indirecto, militar o civil, por su cuenta o enviado, pero siempre presente, más allá de cualquier teorización, el seguroso pervive. De manera que ante tal evidencia recomiendo desactivar al seguroso en lugar de “descubrirlo”, tarea esta última casi siempre imposible puesto que casi nunca contamos con pruebas contundentes para legitimar nuestros argumentos en su contra. A continuación tres consejos para desactivar a un agente encubierto:
–Búrlese. De manera sutil, indirecta pero constante, la burla es una de las armas más poderosas contra un seguroso. Busque siempre la manera de ponerlo amablemente en ridículo y verá que lo saca de paso, hasta desactivarlo por unos cuantos días. Los segurosos suelen tomarse muy en serio.
–Atráigalo. Déjelo llegar. Ocúpelo. No hay mejor manera de desactivar a un seguroso que suplantar los papeles: Ahora será usted quien lo tendrá bajo control y lo manejará ofreciéndole datos falsos y ocupándolo en tareas aparentemente confidenciales, pero carentes de importancia. Es decir, ahora, respecto a él, será usted el agente encubierto.
–Aliméntelo. Un seguroso es siempre alguien insatisfecho con su destino, convencido de que el mundo conspira en su contra. De ahí que su ego sea enorme y usted pueda entretenerlo agrandándoselo. En este sentido, mientras más tiempo pase un seguroso satisfaciendo su ego mucho mejor: Menos tiempo tendrá para joder a los demás.
Es inútil denunciar a un seguroso sin pruebas, y también lo es bloquearlo, pues si se lo han asignado siempre lo relevará otro, y otro, y otro… y si no, también. Porque para acabar con los segurosos –directos o indirectos, conscientes o inconscientes– primero hay que refundar lo cubano: Cuba está llena de segurosos puesto que Cuba está llena de gente insatisfecha y autoritaria, y desde allí se esparcen como una plaga. Así que desactive a su seguroso usted mismo (tírelo a mierda o manténgalo ocupado en nimiedades). No espere más por el FBI.