Cuba y el Premio Nacional de Literatura

En esta nueva fase de castrismo chino o tardío, o neocastrismo, los intelectuales rosa son más útiles para la maquinita de moler carne estalinista que los intelectuales rojos. Por eso dos miembros particularmente ambiguos de esta calculadora especie han sido escogidos para los últimos premios nacionales de literatura.
Se dice que el escritor correspondiente al premio de 2014, tercero de la serie, incluso vive en la “diáspora”.
Aceptar a estas alturas un Premio Nacional castrista después de informarse debidamente de los crímenes que carga sobre sus hombros la dictadura, es decir, teniendo acceso a la información fuera de Cuba –como la han tenido los últimos galardonados–, es cuando menos de una insensibilidad antipoética. Hay un filtro de chantaje político, y mientras exista ese filtro todo premio de esta naturaleza, a la trayectoria, será sospechoso e insolidario con las víctimas y los marginados.
Como asegura el poeta Joaquín Gálvez desde Miami, “quienes no formaron parte del aparato oficialista en Cuba, aunque sean genios, ahora están en desventaja respecto a los que se sumaron a la gran maquinaria del régimen… No por gusto desde esta orilla muchos escritores y artistas se han plegado a las tentativas que ofrece el mal llamado intercambio cultural, pues conocen de los beneficios que el poder les puede otorgar para ser reconocidos”.
Cuba literaria: El único país del hemisferio que ha logrado vivir 56 años del cuento y otorgar 34 premios nacionales enchumbados en sangre.