Del átomo o la fuerza de Dios

Cuando comencé a estudiar física cuántica, a escudriñar los misterios del átomo, la dualidad onda-partícula, a asimilar las nociones de”vacío”, holograma, fractalidad (las joyas de Indra), orden implicado, la realidad como campo infinito de probabilidades pero, sobre todo, la idea de que esta física se adentraba en territorio propio de la metafísica y concluía que no existe realidad sin observador, desmontando así un paradigma que eliminaba a este último (y todo concepto trascendente) de su ecuación de realidad; comencé entonces a cuestionar todo el andamiaje del programa ateísta y materialista en el que fue educada mi visión del mundo. Como muchos de mi generación, fui adoctrinado en el más estricto y mediocre ateísmo marxista; entendimiento de una escasez espiritual asombrosa. Desde luego, se puede ser ateo sin necesidad de ser marxista, también se puede abrazar el punto de vista agnóstico, pero no a la inversa. El marxista coherente es siempre un ateo consecuente, y para estos la espiritualidad es una cuestión filosófica secundaria, marginal.
Lo cierto es que la metafísica (y todo lo que olía a religión, gnosticismo, misticismo, chamanismo o esoterismo) era un enfoque filosófico y un sistema de creencias oficialmente estigmatizado, es decir, tan prohibido estaba Dios como Celia Cruz, Gloria Estefan y Willy Chirino en la radio. No sólo había que emanciparse de la “clase burguesa” y del “capital” sino también del “opio de los de los pueblos”, de toda imaginería divina. Curiosamente, esa imposición de las doctrinas marxistas al resto de la sociedad (su acérrimo y radical ateísmo), no es muy distinta de la imposición de las lecturas de “El Corán” en las sociedades teocráticas islámicas más cerradas y fundamentalistas. Casi como el niño o la niña que repite automáticamente la Basmala: “En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso”, yo conseguí recitar de memoria la definición leninista de materia para aprobar un examen de filosofía (léase marxista) en mi etapa preuniversitaria. Todo indica que esta definición era condición sine cua non para considerarse un verdadero cuadro, un íntegro militante comunista. Recomiendo su lectura para constatar primero lo que A. Einstein llamaba ilusión óptica de la conciencia, después para confirmar todo lo contrario a lo que plantea la indagación cuántica sobre “la materia” y entender así la miopía perceptual, el corto alcance del lente empiriocriticista de Lenin y del ateísmo comunista que lo ha secundado.
La conversión del marxismo en “escritura sagrada” no fue sino una herramienta más de control ideológico, la mesiánica y minuciosa política de un régimen necesitado de cohesionar a un pueblo en torno a una nueva fe, a una nueva religión. La visión dialéctica de la realidad y materialista de la historia que incluye la negación de Dios, devino “palabra revelada” al régimen de los Castro, quien hoy tiene como aliado e interlocutor de su transición nada menos que al mismísimo Papa.
Lo cierto es que la imposición por decreto del marxismo y su retórica emancipadora, además de un evidente gesto autoritario, no era más que la tentativa ilustrada y secular de sustituir a Dios por la Razón, la Religión por la Política, la Iglesia por el Estado como instrumento de control social.
Digo todo esto quizás porque, probablemente el ateísmo no sea más que una cuestión de ignorancia o de analfabetismo metafísico. La física cuántica vino afortunadamente a tiempo para desmontar sus certezas ontológicas; en primer lugar que no hay nada “independiente” del que observa, de la conciencia y, en segundo lugar, si no existe el Dios o los dioses adorados del teísmo, por lo menos sí una entidad trascendente (también inmanente). Me gustaría saber cómo digieren los ateos las palabras de quien no especuló (como Lenin) sobre la materia sino que su vida se caracterizó por el estudio profundo de esta. Sospecho que en su discurso en la entrega del premio Nobel, el Sr. Max Planck da un contundente repaso a los ateos, a los marxistas y agnósticos del mundo, más bien a su falsa certeza cuando afirma:
“Como un hombre que ha dedicado toda su vida a la ciencia más lúcida para el estudio de la materia, puedo decirles como resultado de mis investigaciones sobre el átomo que no existe la materia como tal. Toda la materia se origina y se mantiene en virtud de la fuerza que produce las vibraciones de las partículas del átomo y mantiene unidas las partes de este minúsculo sistema solar. Debemos suponer que tras esta fuerza existe una Mente consciente e inteligente, una mente que es el origen de toda la materia”.
¿Algún ateo o marxista por aquí que refute al Sr Planck?