Del Pollo Carvajal al reto de una nueva supraestructura

En un mundo donde los intereses económicos priman sobre la justicia, incluso en países civilizados como Holanda –lo demuestra la liberación en Aruba del narcogeneral chavista El Pollo Carvajal—, no queda otra que comenzar a montar, vía Internet, una supraestructura que coordine y movilice los intereses de una masa crítica de ciudadanos –con poder adquisitivo— dispuestos a actuar contra la corrupción y la injusticia. Nunca antes en la historia de la humanidad esto había sido posible, por lo que a primera vista parecería descabellado –otra utopía más. Sin embargo, estamos a las puertas de esa posibilidad, que de llevarse a la práctica superaría definitivamente las viejas estructuras políticas vigentes, inoperantes ya en el mundo de la revolución informática, la conexión inalámbrica y las redes sociales.
¿Hasta cuándo la realidad irá por un lado y la actuación de los gobiernos y los organismos internacionales por el otro? Se vuelve ineludible la coordinación de una suprasestructura independiente que promulgue la expansión individual, individuo por individuo, de su radio de acción e influencia como modo de nacer o renacer o aman(a)cer a una nueva dimensión existencial. No se trataría de enfrentar o destruir directamente los viejos mecanismos culturales que han llevado al hombre a la infelicidad o la corrupción o la angustia, o atacar sus estructuras, sino de expandirse a sí mismo como movimiento global, como suprapaís en todas partes.
Se trataría de un nuevo producto a través de una nueva dimensión. Incluso de una alternativa de mercado ofertada a través de una supraestructura. En el caso de Cuba, o de los cubanos, se trataría de una CiberCuba.
Dado que las viejas estructuras socioculturales, la Historia y la tradición, han demostrado su ineficacia para proporcionar seguridad al hombre y consecuentemente desterrar el miedo inducido, se hace necesaria una Resurrección en la Supraestructura. Dado que para interactuar socialmente en el crecimiento interior (la dominación del miedo, o la inocencia de miedo) antes es preciso disponer de escenarios o espacios libres de las actuales estructuras políticas y socioculturales, no hay más opción que expandir individualmente esta supraestructura hasta crear una masa crítica que genere a su vez esos nuevos espacios. Y dado que la base económica (infraestructura) de la sociedad “determina siempre la superestructura”, el poder económico de la ciudadanía coordinada en Internet puede alumbrar otra supraestructura acorde con la nueva realidad informativa y sociocultural que emerge, desde hace por lo menos una década, con los medios digitales.
El primer escenario, Internet, deberá eventualmente expandirse a un segundo escenario (los medios de información generales, la vía pública, la familia) hasta generalizar una supraestructura posnacional, posterritorial que, a través del poder adquisitivo de sus miembros, instaure su influencia a nivel global, decisivamente.