Issac Delgado, Silvio Rodríguez y la danza de los lobos
Si algo resulta positivo es la tolerancia y el desechar todo sentimiento de venganza. Sin embargo, también es bueno no olvidar. El Chévere de la Salsa, Issac Delgado, compartió escenario ayer, en Cuba, con el cantautor y exdiputado de la circense Asamblea Nacional de los hermanos Castro, Silvio Rodríguez, y lo primero que me vino a la mente fue la firma de este último en la declaración de apoyo al fusilamiento de los tres jóvenes afrocubanos en 2003, cuyo único delito fue secuestrar una lancha en la bahía de La Habana para escapar de la isla-cárcel.
Esos jóvenes negros condenados en un juicio sin garantías jurídicas y asesinados en un lapso de cinco días por el régimen castrista, no hirieron a nadie ni provocaron mayores consecuencias. El color oscuro de su piel y su baja posición social fueron los estigmas que sellaron su suerte. No sé los lectores, pero pienso que los exiliados cubanos, más que ningún otro grupo sociopolítico, por razones de solidaridad con su pueblo, compromiso con la justicia y rechazo al oprobio y la tiranía, no deberían irse a Cuba a danzar con los lobos.
En todo caso, si Isaac Delgado toma un avión por iniciativa propia y llega a su patria para regalarle un concierto al pueblo, lo entendería y agradecería. Lo que no justifico ni apruebo, como en este caso, es servir de herramienta del aparato castrista de inteligencia y prestarse para las maniobras propagandísticas del régimen de La Habana a través de la figura de un cómplice de crímenes como Silvio Rodríguez. Es una pena caer tan bajo.
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