El colapso total del universo
El universo finito, cerrado, pulsante, tridimensional y curvado que nos diseñó Albert Einstein, se expande como una burbuja en la que las galaxias se desplazan —supuestamente— a una rapidez menor que la velocidad de escape total. Este escenario depende de que la fuerza gravitatoria de la masa universal y su radio contengan, en algún momento, su dilatación.
Muchos datos experimentales han reforzado el esquema de universo einsteniano. Se considera que se está frenando, y que llegará a su máxima expansión dentro de 27,000 millones de años, momento en que se iniciará el proceso de reversión que se estima duraría unos 40,000 millones de años. Se prevé con ello, dentro de 67,000 millones de años, el colapso total del universo en un descomunal agujero negro, un poco mayor que el radio de un átomo; tras ese brutal derrumbe, la violencia de las fluctuaciones cuánticas en una densidad tan extrema desencadenaría, nuevamente, una explosión.
Einstein trató de salvar el modelo introduciendo una supuesta fuerza de repulsión que serviría para equilibrar la fuerza de gravedad, impidiendo la implosión. La relatividad general ha demostrado ser una herramienta de análisis potente, lo que no implica que pueda ser suplantada por un conjunto de ideas mucho más capaces.
El modelo einsteniano ha tropezado con innumerables escollos, entre ellos la ausencia de la materia suficiente para detener la expansión, y las trabas que presenta la constante de Hubble. Incluso el laureado físico inglés Stephen Hawking sólo señala —sin probar— la infinitud de la densidad del universo en el punto del Big Bang, añadiendo que la dificultad para demostrarlo estriba en que las matemáticas no pueden manejar realmente números infinitos; de tal manera, la teoría de la relatividad y todas las leyes conocidas de la física se invalidan en este punto.
El Big Bang no sólo desafía todo lo que conocemos y nos impide saber qué ocurrió y qué había antes de que naciera el universo, sino subraya que jamás podremos saberlo.