Moringa de la muela del cangrejo
Fidel Castro sigue vivo. Y no se trata siquiera de que su agónica supervivencia implique un ejercicio efectivo del poder: se trata de que su agonía desemboca en un remake institucionalizado de su estilo de gobierno. Su conservadurismo, su soberbia y, sobre todo, su implacable ignorancia, su ridiculez, continúan rigiendo la praxis política de la dirigencia. Moringa. Los cambios en Cuba –los profundos y estructurales, que son los que realmente cuentan– tendrán que venir de abajo.
Entiéndase en el contexto adecuado: la conformación de un primer anillo de poder signado por la vieja guardia, con un ideólogo reaccionario –José Ramón Machado Ventura– como vicepresidente primero, no pospuso la implementación de reformas o la asunción de ciertas rectificaciones: Más bien las redujo al ámbito de lo cosmético, de lo superficial, como en su momento hiciera el propio Fidel Castro. Es lo que ya había subrayado la clase gobernante, de manera que si de algo no hay que acusarla ahora es de mentirle a la población o a la comunidad internacional. Maquillaron a la muñeca y le dieron cuerda, pero desde el presupuesto de que nunca se convertiría en mujer. Quien se quiso engañar, fue engañado por partida doble.
El neocastrismo es plano y, sin embargo, se mueve. Zigzagueante y retrospectivo, como el cangrejo moro.