Oración a la rosa

No por gusto te besan, oh rosa, los poetas.
Es tu oficio perfumar las hendiduras
y enredarte en los espacios coloquiales
y en los bosques silenciosos de retama.
Tu poder es tu efímera textura
de carmesíes, amarillos, blancos
anti-artificiales y volátiles esencias
que repudian el intelecto corrompido
por siglos de metálicos afanes.
Tú no llegas, oh rosa, de un invento
–deliquio simoníaco del instinto–
eres sagrada como el temblor eterno
o como el verbo de los verdes inhablado
o como el dolor callado del violeta
o como el azul innombrable de la paz
o como la alegría de la verdad sin fuego.
Danos, oh rosa, la palabra de tu cáliz
y de tus pétalos de fuerza incontenible.
Escúchanos
llévanos contigo a tu orígenes.
Escúchanos
te lo imploramos besando tus despojos.