Ramón Alejandro en los jardines de Café Demetrio

Quienes pensaban que ya había suficiente de Ramón Alejandro este mes en Miami se quedaron cortos tras la presentación de este viernes 23 de mayo en La Otra Esquina de las Palabras. El pintor volvió a demostrar que su empatía discursiva y su literatura subversiva (aquí lo de subversión se lee en tanto radiografía pública de una intimidad) dan siempre más de sí. Y si a ello agregamos las certeras introducciones de Vilma Cebrián y Antonio Correa Iglesias, se entiende por qué la de anoche fue de las noches más nutridas y sugerentes que haya vivido Café Demetrio desde que la tertulia que coordina el poeta Joaquín Gálvez comenzara a animar la ciudad.
La familia Calandraca, la novela publicada por Alexandria Library bajo el cuidado de Correa Iglesias –aparece el capítulo 34 en Neo Club Press—, puede leerse como un aporte primaveral a la corriente del llamado realismo sucio cubano, pero Ramón Alejandro dejó claro este viernes que él no reconoce tales clasificaciones. ¿Qué es sucio y qué es limpio?, se preguntó el pintor en la sesión de preguntas y respuestas, en medio de una disertación sobre los orígenes y variables de una pornoliteratura cuyos anales se pierden en la prehistoria. Incluso alguien del público concordó: ¿Es limpio un jardín? ¿Es sucio?